Hola a tod@s, pues ya estamos en pleno septiembre y después de unos días de mucho trabajo, toca subir al blog el quinto capítulo de mi novela Azul, el poder de un nombre. Samidak. Es el penúltimo que voy a subir al blog. Como ya anuncié (vuelvo a repetir este mensaje, lo siento si resulto pesada), cada mes publicaré un capítulo para ir abriendo el apetito lector, hasta que en octubre sea publicada ya al fin como libro (editorial Éride). ¡Santo Cielo! apenas queda un mes para que ya mi novela salga publicada y a la venta. De todas maneras, todo aquel de vosotr@s que lo desee, puede mandarme un mail con su dirección postal y le haré llegar, de manera gratuita, la revista publicitaria de mi novela, donde aparece el adelanto de los seis primeros capítulos que voy a ir colgando aquí mismo. Siempre es más cómodo leerlo en papel, así que os invito a que os animéis a pedirme esta publicidad de mi libro. ¡Disfrutad de la lectura!
CAPÍTULO
CINCO. EL CAPITÁN LÁZARUS
El capitán Lázarus
Roberts se despertó muy contento aquel día. Y el motivo no era la mujer con la
que había pasado la noche y que aún dormía serenamente en la cama. Aquella
belleza rubia, la sargento Mercis Eagle, había sido una de sus conquistas más
arduas. Le había supuesto más de dos meses de constante persecución hasta que
cayó al fin bajo los encantos del capitán. No estaba acostumbrado a dedicar
tanto tiempo a una mujer. El era un conquistador nato, podía conseguir con facilidad
a toda la que se propusiera. Su vida sentimental era intensa y frívola, no se
veía forzado a cumplir con una mayor moralidad al respecto. Tampoco prometía a
sus amantes otro trato del que les daba. No tenía porqué aceptar los reproches
de nadie en ese terreno.
Pero ese día no eran
sus éxitos amorosos los que le rondaban la cabeza, sino sus planes a corto
plazo de disfrutar de unas merecidas vacaciones después de meses de complicadas
misiones a cargo de la nave Andante. Ahora le tocaba planificar sus días de
ocio. Cabía la posibilidad de perderse por tierras de Calendi, un planeta que
siempre le ofrecía lo que él deseaba de unas buenas vacaciones: bellas mujeres
y deportes de riesgo. Todo ello bajo una discreción absoluta. Era un sitio
idóneo para pasar desapercibido y a la vez sentirse como un rey. Además se
ajustaba a su presupuesto, en el último año había gastado demasiado y sus
fondos no estaban en las mejores condiciones. Calendi era un destino más que
atractivo.
Y no sólo le hacía
feliz verse en sus prometedoras tierras, también se sentía animado ante la
posibilidad de que la Flota federativa le entregara a la vuelta el mando de un
crucero espacial más grande. Había trabajado duro los últimos meses y había
guiado bien a la Andante en las tareas acometidas. Sólo era cuestión de tiempo
que la Federación le entregara el mando de un crucero estelar. Así se lo había
hecho saber el almirante Drey Dralano.
-Sigue así, muchacho, y
en poco tiempo serás capitán de una barcaza mayor, te lo aseguro.
-Nada me gustaría más,
señor.
-No me cabe duda, pero
no tengas prisa, aún eres joven, necesitas acumular más experiencia.- Lázarus
se resignaba de momento, consciente de que su juventud jugaba en su contra,
sólo tenía veintisiete años y era el capitán más joven de la Flota. La
Federación precisaba de nuevos capitanes para cubrir las bajas y jubilaciones,
no era tarea sencilla dar con un buen oficial. Pero a la Federación tampoco le
agradaba acelerar el proceso de nombrar al capitán de una nave importante.
Había mucho en juego si se fallaba con un nombramiento semejante. Aunque él
sabía que el momento se acercaba, la Federación no habría de esperar mucho más
para entregarle el mando de un crucero como la Ícaros o la Cassandra II. Se le
antojaban que aquellas serían sus últimas vacaciones a cargo de la Andante.
Echaría de menos una nave tan rápida y fiable, pero no podía dejar de soñar con
acariciar el puente de navegación de un gran crucero.
Sus vacaciones
aparecían como la promesa de que algo bueno estaba a punto de pasarle, lo
presentía, aunque no podía explicarlo. Y esa sensación le hacía sentirse más
que animado. El único inconveniente era que antes de perderse en Calendi, debía
de atender un requerimiento de la Federación en Verbace. Una simple visita
oficial, como experimentado capitán de la Flota. Tenía que viajar hasta ese
planeta para hablar de su trabajo ante los oficiales federativos que velaban
por la seguridad de Verbace. Debería narrar sus misiones a simples novatos o a
políticos de la Federación, como el gobernador del planeta o algún cónsul.
Además, Verbace no era
un planeta que le resultara atrayente. Era un lugar demasiado bullicioso hasta
para su gusto; asaltado por miles de turistas a diario que peregrinaban hacia
allí como si fuera el paraíso. Un sitio para pasarlo bien con su enormes
complejos de juego y ocio, pero para las apetencias de Lázarus demasiado poco
sofisticado y muy masificado.
No le quedaba más
remedio que empezar a arreglarse para dirigirse al puerto, no quería llegar
tarde a su cita con Verbace. El espejo del baño le recordó que la noche
anterior no había dormido demasiado. Bajo sus ojos de una castaño claro se
perfilaban unas ojeras, nada que no pudiera hacer desaparecer la ducha
hidroreparadora de aquella habitación. Su aspecto luciría fresco y saludable al
momento, mostrando las facciones atractivas en un rostro perfectamente tallado.
Su belleza natural era
innegable, algo que llevaba en los genes, herencia de su madre. Su cabello de
un negro acentuado respondía al mismo tono que el de su padre. Si bien en él su
corta melena, alejada de los cortes de pelo más exiguo y serios de otros
capitanes, destacaba sobre manera. Además, él se había preocupado por mantener
su cuerpo firme y musculoso. No era de extrañar que su presencia llamara la
atención allí donde acudiera. Impresionar a la gente era algo a lo que estaba
acostumbrado.
Tras una buena ducha,
vistió su traje de gala de capitán, una levita azul marino adornada con botones
dorados y las condecoraciones propias que Lázarus había cosechado en sus
misiones. Acompañaban al conjunto unos pantalones negros de pinzas y unos
zapatos también negros y recién lustrados. Se acopló su gorra de plato y se
despidió de su propio reflejo en el espejo antes de recoger su escaso equipaje
y dirigirse al puerto. No se molestó en decir adiós a Mercis Eagle.
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En el puesto central de
seguridad de Verbace había más alboroto que de costumbre aquel día. Los
oficiales al mando no dejaban de comentar que el canciller de la zona iba a
estar en persona en la gran fiesta de la Consagración de aquel año. Normalmente
no dejaba de ser una festividad más en aquel planeta moldeado para todo lo
festivo. Pero nunca, hasta aquel año, se había preparado con tanto esmero la
fiesta. Prometía ser un gran espectáculo con un enorme derroche de fondos por
parte de la Federación. Todo para celebrar el cincuenta aniversario de aquel
gran complejo turístico. Sería un festejo para no perderse, porque además de
los mecanismos habituales que se pondrían en juego, acudirían numerosas
personalidades de la Federación. Ese tipo de celebridades y gentes distinguidas
con las que no estaban acostumbrados a encontrarse los simples guardias de
Verbace.
-Dicen que el capitán
Lázarus Roberts está invitado.- comentó una de las oficiales más jóvenes
mientras mostraba una sonrisa abierta y cómplice al resto de los presentes.
-¡Lázarus Roberts! es
sólo un pretencioso como todos los persolianos. No sé cómo se ha ganado la fama
de buen capitán.- escupió con suspicacia el cabo Sométer que hasta entonces
había estado jugueteando con los mandos de la consola del sector siete, sin
prestar gran atención a la amena charla del resto de oficiales. Pero en cuanto
escuchó nombrar a aquel capitán, saltó como un resorte sorprendiendo a los
demás.
-¿No será que estás
celoso de no ser la mitad de atractivo que él?- comentó el cabo Dimitrius con
una sorna que no se molestó en encubrir. Sométer le cruzó con una mirada
salvaje capaz de hacer temblar a muchos hombres. Dimitrius advirtió lo mucho
que había metido la pata y se amedrantó, pensaba que Sométer iba a liarse a
puñetazos con él allí mismo. Pero el cabo sólo le atacó con unas palabras:
-Cuanto te robe a tu
querida novia, seguro que no tienes ganas de burlarte de nadie.- El ambiente
distendido del puente se congeló en un instante. Justo entonces la sirena
anunció la llegada del capitán Erkines Maltés. Cada uno de los oficiales se
apresuró a adoptar una postura que indicara que estaban atentos a su puesto de
trabajo. La cháchara sobre la fiesta cesó como si nunca hubiera existido, así
como cualquier comentario sobre el capitán Lázarus Roberts. El capitán Maltés
venía acompañado de Azul, lo que ya no causaba desconcierto alguno.
Si bien a los oficiales
más veteranos de Verbace les había sorprendido la decisión del capitán de
nombrarla sargento y primer oficial, dando el relevo al anterior en el cargo,
Sirvi Tarmar, un curtido oficial federativo. Azul era aún inexperta, o así la
veían muchos considerando su juventud y que llevaba poco más de dos años en
servicio, los mismos que cumplía como oficial en Verbace. Se hacía difícil
verla como la mano derecha del capitán, su persona de confianza para quedarse
al mando de toda la seguridad del planeta cuando Erkines no estuviera presente.
Se suponía que ese cargo de privilegio en la guardia de Verbace le
correspondería al cabo Sométer, que, sin embargo, tuvo que ver como una novata
le quitaba el puesto.
Sométer era un guardia
más que veterano para los cánones de Verbace, sólo él y Erkines llevaban más de
diez años ocupando sus puestos en aquel planeta. La mayoría de los oficiales
que pasaban por allí preferían, siempre que podían, no hacer más de dos o tres
servicios. Había misiones más interesantes en los territorios federativos para
ser atendidas. Además el sueño de todo oficial era formar parte de la
tripulación de un crucero estelar de la Flota. Sométer también había codiciado semejante
puesto, pero la Flota le había catalogado tiempo atrás como "no
capacitado", siguiendo los resultados de sus exámenes previos. Relegado al
servicio terrestre en un planeta como Verbace lo único que podía ambicionar era
el grado de primer oficial al mando.
Pero ese honor le fue
robado por una joven de la que nadie apenas sabía nada, se decía que su planeta
de origen era desconocido, aunque había recibido formación militar en Zahirus,
algo más que desconcertante. Era tan extraña como extraordinariamente hermosa.
Poseía una belleza tan singular, que se hacía imposible observar sus intensos
ojos azules sin sentirse cautivado. Muchos eran los que se veían obligados a
desviar la mirada, incapaces de mantener los ojos en ella. Se antojaba como
contemplar un fantasma, un ser irreal, parecía imposible admirar una belleza
tan pura sin sentirse perplejo.
Ella misma se sabía consciente
de su propia naturaleza y del modo en que los demás la miraban de reojo. Desde
que alcanzó la plena juventud su físico había experimentado un cambio notable,
se le hacía complicado esconder ante los demás sus formas esculturales y sus
cautivadoras facciones. Fuera de Zahirus todo era más complicado. Los
zahirianos se regían por emociones básicas y la veían físicamente como una más.
Pero en cuanto se incorporó a la Federación como oficial se le hizo patente
como era admirada y envidiada por su físico. Se le antojaba una suerte que el
poco favorecedor uniforme de la Flota ocultara sus formas. Además, siempre que
la normativa no se lo impedía solía camuflar sus ojos tras unas gafas de
cristales oscuros y disimular su radiante melena bajo la gorra militar con un
recogido.
Sométer había sido uno
de tantos embelesados con su hermosura. Pero ella había rechazado sus halagos e
insinuaciones. Sométer sospechaba que Azul había engatusado al propio capitán
Erkines y por eso éste le había concedido tantos privilegios. Pero ella estaba
al margen de todo eso, no mantenía ningún tipo de relación amorosa con nadie,
ni parecía estar interesada en ello, poseía un carácter extremadamente
introvertido. Era raro verla relacionarse en Verbace con alguien más que el
capitán Erkines o el cónsul Kritias, y siempre de una manera fraternal.
Más que el físico de
Azul, al capitán Erkines le atraía de ella su capacidad resolutiva. Así como
admiraba su experta formación de combate. Dentro de la Federación era raro
encontrar un auténtico guerrero, se prefería que los oficiales usaran su
inteligencia en artes más nobles. Pero el capitán Erkines era un romántico, adoraba
la lucha con espada, una disciplina tradicional que sólo se potenciaba en unos
pocos planetas federativos, como Zahirus. Ni siquiera los zahirianos la usaban
en sus batallas o combates reales. El arte de la espada estaba relegado al
simple entrenamiento, un deporte marcial para fomentar la formación militar.
Sólo pueblos más salvajes como los cthulkugs portaban armas blancas en sus
enfrentamientos. Se creía que los pélagos seguían adorando el uso de la espada,
pero la Federación no tenía una clara constancia de ello, hacía muchos años que
no tenían contacto alguno con el Imperio Pélago.
Ver ejercitarse a un
buen esgrimista era un espectáculo inigualable para Maltés. Azul danzaba con la
espada de una manera tan estética e íntima que pareciera que ella y el arma
fueran un sólo ser indivisible. El capitán Maltés se había batido con ella en
varias ocasiones mientras entrenaban en el gimnasio, pero jamás había estado
cerca de ganarle. Apenas era capaz de mantener combate con ella más de cinco
minutos. En realidad, nadie podía.
Sométer se tuvo que
tragar su orgullo cuando cayó de bruces, tan grande como era, al enfrentarse a
ella en un combate de entrenamiento. Y esa era otra de las cosas por las que
Sométer despreciaba a Azul, aquella mujer tenía más fuerza y destreza que
cualquier oficial de la base. De hecho poseía más que todos los oficiales
juntos, por mucho que a la mayoría no le gustara admitirlo. No era de extrañar
que por todo ello, así como por su carácter asocial no contara con muchas
simpatías entre los oficiales de Verbace. La admiración que despertaba se
mezclaba con una fuerte envidia, alejando a la gente de ella. A Azul tampoco le
importaba demasiado, no necesitaba a nadie para sentirse bien, estaba
acostumbrada a la soledad. Además en Verbace contaba al menos con la amistad
férrea de Kritias y de su capitán, un cariño mayor que el que había recibido en
otros rincones de la Federación.
El capitán Erkines fue
recibido con un sonoro saludo por parte de los oficiales del puente, el mismo
saludo que transmitieron a Azul pero con menos sonoridad. Estaba familiarizada
con ese tipo de trato, prefería ignorar que muchos oficiales no eran nada
corteses al dirigirse a ella. Tras años con los zahirianos se había habituado a
ser recibida con un trato frío y militar, aunque los ciborgs nunca le
transmitían la energía negativa con la que solían recibirla el resto de
oficiales de Verbace.
El capitán echó un
vistazo general al puente y a sus oficiales. No se sentía muy contento con lo
que veía. Sométer y el resto de los guardias no eran los oficiales más
prometedores de la Federación. Eran poco inteligentes, no muy respetuosos y un
tanto perezosos. Pero Erkines estaba acostumbrado a tener a gente así bajo su
mando. Verbace era un destino que nadie solicitaba por gusto. La Federación
recurría a oficiales novatos o faltos de talento para cubrir los puestos de
guardia de aquel planeta.
Azul era una excepción.
La Federación la había confinado en semejante destino sabiendo que un ser ajeno
como ella no podría hacer mal en Verbace. Ocuparía un puesto poco relevante y
sencillo de desempeñar, ideal tras su formación militar en Zahirus. Verbace
estaba muy lejos de ser el centro neurálgico de la Federación, su importancia
como planeta era mínima en el orden general. El lugar perfecto para acomodar a
alguien como Azul. Ahora que era una persona adulta y responsable, los altos
cargos federativos que aún se sentían incomodados por su naturaleza
desconocida, ya no podían moverla de orfanato en orfanato. Los zahirianos, al
parecer, habían conseguido dominar su carácter arisco y rebelde y la habían
convertido en un miembro provechoso dentro de la sociedad. Pero muchos aún
desconfiaban de ella.
El capitán Erkines se
sentía disgustado al ser testigo de cómo la Federación relegaba a alguien
brillante como Azul a un puesto mediocre. Una oficial como ella podía ser más
útil y sobresalir en misiones de gran importancia. Pero nadie en la Flota
atendía a sus informes sobre ella, ni daban crédito a sus recomendaciones.
Hacía tiempo que el capitán había exigido al almirante Hellmand una explicación
de por qué Azul no era destinada a otro lugar que no fuera Verbace. El
almirante, que siempre se había caracterizado por ser un hombre cordial y
afable en su relación con Erkines, se limitó, en ese caso, a mandar un escueto
mensaje por el intecomunicador:
-El destino de Azul es
Verbace y nunca será otro.- Después de escuchar aquello y conociendo parte del
expediente secreto de Azul, la lógica militar de Erkines le hizo comprender que
no debía insistir más en el asunto.
Por otra parte, aunque
la Federación decidiera desperdiciar el talento de Azul, él podía usarlo en
Verbace, aunque fuera en tareas de categoría menor.
-Sé bien que todos
ustedes están ansiosos ante la fiesta de la Consagración.- dijo el capitán
aquella mañana dirigiéndose a los oficiales del puente.- Todos han solicitado
permiso para acudir, pero como comprenderán, algunos de ustedes han de quedarse
de guardia. Sométer, usted habrá de estar al mando ese día de esta sección
junto con la cabo Kattalia.- Sométer torció el gesto contrariado. Había deseado
poder asistir a la fiesta aquel año, no esperaba que el capitán le arruinara
sus planes de diversión. Pero prefirió no decir nada.
El capitán se despidió
de todos de la misma manera concisa con la que les había saludado y salió del
puente seguido de Azul. Ella aborrecía las fiestas de Verbace. Se sentía
estúpida y fuera de lugar cuando el capitán la obligaba a hacer acto de
presencia en alguna de estas celebraciones. Confiaba en que durante la
Consagración el capitán no le reservara el papel de relaciones públicas o algo
por el estilo. Esperaba librarse del evento estando de guardia. Meditaba la
idea cuando se vio golpeada por las palabras del capitán:
-Espero que usted me
acompañe en la fiesta de la Consagración, necesito de mi primer oficial como
apoyo a la hora de tratar con los invitados más ilustres.- Erkines pronunció
estas últimas palabras con sorna. Sabía que a la fiesta de ese año iban a
acudir muchos altos funcionarios, y otras personalidades importantes dentro de
la Federación. El tipo de personajes con el que nunca se sentía a gusto. Tener
cerca a Azul para compartir semejante tediosa labor, le hacía sentirse más
relajado. Sabía que ella misma tampoco se encontraba bien en el ambiente de las
fiestas, pero debía ganar experiencia en ese tipo de desempeño. Era probable
que en el futuro Azul ocupara en Verbace el puesto del capitán Erkines.
-¡Vamos, no ponga esa
cara de desdicha! Quizá esta fiesta no sea tan insufrible como otras. Tal vez
hasta conozca usted a alguien interesante. Creo que le convendría relacionarse
más con la gente, ampliar su círculo de amigos... ya sabe.- Erkines no podía
dejar de sentirse como un anciano padre al aconsejar de aquella manera a Azul.
Pero le preocupaba bastante que la joven no tuviera amigos entre el círculo de
oficiales de Verbace. En realidad tampoco parecía tenerlos en cualquier otro
ambiente. Por lo que él podía saber no mantenía ningún tipo de relación con
nadie, ni sentimental ni de amistad. Tan sólo solía tratar con el cónsul
Kritias y con él mismo. Una joven tan dotada y tan hermosa no tendría por qué
tener problemas para acercarse a los demás. El capitán Erkines nunca había sido
un gran experto en relaciones humanas y emociones, su pensamiento estrictamente
marcial le hacía sentirse torpe manejándolas. Él se caracterizaba por ser una
persona flemática y reservada. Era poco diestro a la hora de tratar una
situación como aquella. No sabía muy bien cómo ayudar a Azul y hacer que se
sintiera mejor.
-Lo más aconsejable que
puede hacer es buscarse un bonito traje para la ocasión. No se le ocurra venir
con su uniforme militar de gala como la última vez. Póngase guapa y trate de
disfrutar del momento.- las últimas palabras salieron de la boca del capitán
sin control, se sintió un tanto ridículo al pronunciarlas. Azul le miró con un
grado de desaprobación en sus ojos. Estaba dispuesta a acudir a la fiesta de la
Consagración si no había más remedio, pero no se pondría ningún vestido, ni por
el capitán, ni por nadie.
¡Hola!
ResponderEliminarEse duelo de esgrima y las impresiones del capitán sobre su rival se me quedaron grabadas en imágenes en la cabeza cuando lo leí... :P Qué ganas de saber más de Lazarus y de Azul... Y del resto.
Saludos y mucho ánimo.
¡Hola, simpático! ¡Si supieras las ganas que tengo yo de que vayas conociendo a más personajes y toda su historia!.. Espero que disfrutes de su lectura llegado el momento, que ya está aquí mismo. Besos
Eliminar¡Hola, guapa! Cada vez está más cerca todo... ¡Qué ganas de conocer la historia completa!
ResponderEliminarUn besazo.
¡Hola, maja! Ojalá te guste y no te defraude, ya no queda nada... Gracias por tu apoyo. Besos
EliminarNo quiero leer nada, lo quiero leer todo jusnto aunque si te digo la verdad un ojillo sí que le he echado jajaja, me pongo en cuanto llegue a España que tal y como están las cosas no sé cuando será :) Besos :)
ResponderEliminar¡Hola, simpático! Pues espero que no te aburra mi historia y sobre todo que pronto estés de vuelta y te disfrutemos en tu genial blog. Besos
EliminarHello¡¡¡¡¡¡¡¡ yo ya he leído este capítulo (me lo mandaste como avance)... ya sólo me queda leer la historia al completo para darte una opinión general¡¡¡ el problema de leer capítulos sueltos es que hay que releer los anteriores para no perderse¡¡ la historia es fabulosa y original... qué te digo¡¡¡ esperando a que salga completo¡¡¡ besosssssssss¡¡¡¡
ResponderEliminar¡Hola, guapo! Tengo enormes ganas de que leas la historia completa y me des tu opinión, ojalá te guste, sería un honor para mí, teniendo en cuenta el tipo de lector que eres de género fantástico. Besos
EliminarHola :) Ya sabes que no leo los avances pero yo entro igualmente a realizar la visita de rigor. Realmente me encantan las imágenes y tengo muchas ganas de leer toda la historia. Un besin^^
ResponderEliminar¡Hola, simpático! Muchas gracias por tu apoyo. La verdad es que las imágenes son ajenas a mi novela, las cojo de internet según la escena que relato. Pero dentro de poco podrás leer entero mi libro, ojalá te guste. Besos
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarQue chulo, que ganas de verlo todo completo.
Un beso
¡Hola! Ya no queda nada para verlo. Gracias por tu apoyo. Besos
EliminarHola, me quiero hacer con el avance porque lo que he leído por acá me gusta bastante, pero soy de México, no sé si sea viable enviarlo para acá, sale muy caro, según me parece. Te deseo lo mejor con el, mucho éxito en el siguiente mes:)
ResponderEliminar¡Hola simpática! Claro que te lo mandaré con gusto, aunque me cuesto unos "duros" extra. Como escritora apasionada busco lectores más que beneficios, jajaja. Me meto en tu blog para pedir bien tu dirección postal. Mil besos y gracias por tu apoyo
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